La Melesca

EL PRIMER DETECTIVE PRIVADO

CIRO DE BAGGIS

A principios de siglo pasado llegó a Mendoza un excéntrico y polifacético personaje. Descendiente de una familia noble de Italia, luchó en la guerra de África, fue músico, policía y dueño de un periódico independiente. Creó una agencia privada de investigaciones e intervino en resonantes y complejos casos policiales.

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por NICOLÁS SOSA BACCARELLI *

“La Investigadora. Se encarga de toda clase de pesquisas y asuntos privados. En relación directa y reservada con agencias análogas en Buenos Aires, Montevideo, San Paulo y Nápoles. Seriedad, discreción y actividad”. Así se presentaban los servicios de uno de las primeras agencias de investigaciones privadas de nuestra provincia. Atendía en calle Colón 240 de ciudad y era dirigida por un ilustre y polifacético personaje: Ciro de Baggis.

“Ahora tenemos en Mendoza un detective profesional que ofrece sus servicios al público (…) de Baggis, ha dado muestras de poseer excelentes cualidades de detective experto y sagaz.” Anunciaba el diario «La Tarde» en agosto de 1912.

De noble a soldado

Había nacido en 1875 en Isernia, Italia, fruto del matrimonio entre Luigi de Baggis y Filomena Santórsola. Su padre descendía de una familia de la nobleza de Verona cuyo escudo se remontaba al año 1300. Con diecisiete años, siendo estudiante, ingresó al cuerpo de infantería del “Regio Ejército Italiano” de la ciudad de Nápoles.

A los veinte años, en 1895, la vida le ofrecía un desafío que podría terminar en la muerte, la prisión o la gloria. Italia se preparaba para invadir Etiopía. Intentando aumentar su poderío y su zona de influencia en el continente africano, las fuerzas armadas italianas avanzaron por el río Mareb con el objeto de vencer al emperador etíope Menelik II. El contraste de cifras era alarmante: 15.000 soldados italianos contra 120.000 etíopes, más el apoyo de otras poblaciones africanas que se acoplaron al emperador para desplazar a los europeos. Los africanos atacaron,  sitiaron por quince días al enemigo y lograron su rendición con una cifra aproximada de 5.900 muertos y 4000 prisioneros.

La campaña de África de 1896, finalizada en menos de dos años, representaba una derrota aleccionadora para los italianos, siendo uno de los pocos casos exitosos de resistencia armada al colonialismo europeo de siglo XIX. Como consecuencia de esto, se ocasionaron motines y protestas en varias ciudades italianas que desembocaron en la dimisión del primer ministro, Francesco Crispi.

 

Soldados etíopes festejando el triunfo sobre las tropas italianas

Ciro de Baggis había participado de este suceso histórico y había logrado regresar con vida. Fue ascendido al grado de  Sargento y distinguido con una vistosa medalla que aún conserva su familia.

Hacia América

Retirado del ejército y condecorado por su conducta durante la guerra, de Baggis viajó junto a tantos otros italianos rumbo a Buenos Aires, acaso tentado por el sueño de “hacer la América”

Se radicó en Buenos Aires donde ingresó a la sección de investigaciones de la policía de la ciudad.  Su estampa elegante y refinada, y probablemente también su noble abolengo, le permitió frecuentar ciertos círculos de la aristocracia porteña de aquellos años. Fue así como comenzó a cortejar a una joven muchacha, Asunción Pellegrini, descendiente de la familia Pellegrini Bevans Bright, uno de cuyos integrantes – Carlos- llegó a ser presidente de la nación en 1890.

Las visitas se transformaron en una relación cada vez más seria hasta que llegó el casamiento.

 Por razones laborales, Ciro y Asunción se trasladaron a Mendoza. Aquí en nuestra provincia, de Baggis se desempeñó en la policía donde ocupó varios cargos hasta llegar a ser Sub Inspector, y, en 1912, fue designado Comisario de campaña en Santa Rosa, departamento donde pasó una breve estadía para regresar luego a Ciudad.

Detective y periodista

A mediados de 1912 Ciro de Baggis, indignado por la corrupción que envolvía a policías y funcionarios públicos, renunció y decidió abrir su propia casa de investigaciones. Instaló una oficina de informes y atención al público en Colón 240 de Ciudad.

Al poco tiempo y habiendo sufrido cuestionamientos y ataques de algunos medios de prensa locales, creyó necesario tener voz propia, un medio independiente para poder difundir el curso y los resultados de sus investigaciones. Más aún si se tiene en cuenta que si bien  su especialidad abarcaba asuntos privados, se extendía a complejas cuestiones de índole política del momento.

Fue así como fundó su propio periódico: “El Detective”. Se trataba de un “semanario de actualidades” cuyo primer número vio la luz el 6 de abril de 1913. En el mismo puede leerse: “La Investigadora” – así se llamaba la agencia- “descubre los misterios políticos, sociales y de orden privado”. “El Detective” aparece en el escenario mendocino saludando a la prensa: “al incorporarse al periodismo local blandiendo el estandarte independiente”, anuncia que su lucha “emergerá con altivez y a cara descubierta, para decir siempre verdad (…) sin la careta, sin antifaz desde su modesta cuna (…) cumple con el deber de saludar a la ilustre prensa local”.

Mendoza de cafishios y cuchilleros

Asumiendo la “defensa del pueblo pobre”, inmediatamente arremetía en su periódico contra la “usura despiadada de los matarifes que explotan su industria sin antojo y sin control de la ley” lo cual explicaba la preocupante suba del precio de la carne durante semana santa.

Asimismo denunciaba el notable incremento de casas de juego clandestino que infectaba la ciudad, la trama de coimas con la policía y los funcionarios que se beneficiaban con estos negociados, amenazando con publicar en número siguientes, sus nombres y apellidos.

En el semanario constan descripciones de “Abusos incalificables” por parte de altos cargos policiales y una abierta invitación al pueblo mendocino a dirigirse a la redacción a denunciar estos atropellos. De igual forma revelaba nombres de ciertos agentes de la fuerza policial que eran conocidos por “preferir interrogar a las niñas, en ausencia de sus familiares”, según cuenta con ironía, el detective.

 Sin duda uno de los problemas que más preocupaba por entonces a los vecinos (y más aún a las vecinas) era la existencia y proliferación de “casas non sanctas” donde muchos mendocinos frecuentaban a “muchachas  que ejercían la vida alegre”. Extendiéndose desde la cuarta sección hasta el corazón del centro, estos recintos estaban regenteados por veteranos cafishios, en su mayoría franceses. En este contexto, de Baggis denunciaba estrechos vínculos entre estos locales y la policía llegando al punto de que, según contaba el investigador, las chicas de vida disipada utilizaban de madrugada el teléfono de la mismísima comisaría. Así también, se refería al expendio y consumo de cocaína en las mencionadas casas de tolerancia, tales como el “Petit Edén” de calle Tucumán.

Como periodista denunciante, debió soportar las consecuencias de su arriesgada intervención en el mundo del delito. Las represalias no tardaron en llegar. En número siguientes, el semanario informaba en la tapa  un asalto a su redacción por parte de personas comprometidas con los negociados del juego y de la noche.

Otra de sus actuaciones más resonantes fue su participación en la aprensión de los conocidos malvivientes de la cuarta sección: los hermanos Leonelli.

Jose y Marcos Leonelli, los primeros asesinos seriales de Mendoza

En diciembre de 1916 la provincia se conmovió con una noticia escalofriante. En calle Salta esquina Urquiza se escucharon gritos de una persona en el interior de una casa. Advertidos por los vecinos llegó al lugar la policía y el sagaz detective que ya estaba trabajando  en la zona. En el interior de la vivienda desocupada se encontraban los famosos malhechores. Informa  de Baggis en su periódico haber luchado contra uno  de los temibles delincuentes que lo sorprendió en las oscuridades de las intermediaciones y, al verse ahorcarlo con un alambre, forcejeó con el atacante hasta vencerlo y ponerlo a disposición de la justicia. En el operativo se encontró un rastro de sangre que conducía a un sótano. Allí yacía un cadáver con el rostro cubierto por una lona y un alambre en el cuello. Al revisarse el interior de un pozo séptico se hallaron varios cadáveres más.

“Hallazgo misterioso”

Así titulaba la crónica policial del diario El Debate, en agosto de 1912, una intervención de Ciro de Baggis en un caso estremecedor acontecido en nuestra provincia. El detective había iniciado sus pesquisas para dar con el paradero de una persona que se ausentaba de su domicilio por causas desconocidas. Con tal motivo, explica el periódico, tras un largo tiempo de trabajo por las calles  de los alrededores de la ciudad, se trasladó a una antigua pensión situada en el pasaje Lemos, en busca de pistas. Allí, en una de las piezas del conventillo, debajo de una cama, descubrió un pequeño cajón perfectamente cerrado con clavos del cual emanaba un olor desagradable. En su interior se encontraban los restos humanos de un niño de pocos días de vida.  Así fue como de Baggis formuló la denuncia en el juzgado del crimen correspondiente y se dedicó a trabajar junto con el magistrado a cargo de la causa, investigando si se trataba de un homicidio o un caso de muerte natural “que se hubiese querido ocultar por circunstancias especiales”, según informaba el mencionado matutino.

Delincuentes de levita y champán

El tenaz detective se indignaba ante el ostensible e intolerable contraste en el trato por parte de la policía frente a pobres y ricos. Mientras que a un mendigo ebrio se le aplicaba diez días de arresto, señalaba el detective, los hijos de conocidos personajes públicos de la provincia gozaban de la protección de policías y magistrados.  Se refería en su periódico con nombre y apellido a “malvivientes de levita y champán” de aquella antigua Mendoza  que, “completamente borrachos”  cometían sus travesuras “en las barbas del comisario” contando con su complicidad y su silencio.

De la misma forma poblaba las páginas de “El Detective”, minuciosas descripciones de robos, estafas y malversación de fondos públicos,  denunciando a sus presuntos responsables. Algunos de estos casos llegaron a adquirir mayor relevancia al ganar espacio en la prensa nacional.

En una columna de noticias titulada “Lo que se dice”, publicaba sueltos de interés general. Uno de ellos acusaba de falsos algunos duelos caballerescos que se habían organizado entre personajes ilustres de Mendoza, para concluir que en realidad “su coraje no daba para tanto”; poniendo de manifiesto que lo que a primera vista parecía ser una provocación de honor entre célebres conservadores era, en realidad, una comprobable pantomima entre cobardes.

El Sherlock Holmes mendocino

Las exitosas intervenciones del detective italiano comenzaron a gozar de los elogios de la prensa.

El diario El Debate en agosto de 1912 señalaba: “Parece que La Investigadora empieza a desarrollar su acción como auxiliar extrapolicial en bien de los principios de orden público”.

 

Su periódico «El Detective»

En el mismo sentido y tras la aparición del periódico, el  Diario de Cuyo, en abril de 1913, anunciaba: “apareció el primer número de este semanario (…) El Detective, como órgano de propio e íntimo de un honroso detective nos brindará muchas primicias policiales, de esas que escapan muchas veces a la policía… Felicitamos al Sherlock Holmes de Mendoza, don Ciro de Baggis por el éxito de su periódico”. La prensa local comenzaba a presentarlo como un profesional indispensable en la dilucidación de casos complejos.

Su otra pasión: la música

El detective tenía, además de elogiosas condiciones como investigador, otras dotes artísticas que dieron que hablar en la pintoresca Mendoza de aquellos años. Era músico, ejecutaba la mandolina y aparentemente lo hacía muy bien. Diario Los Andes del 11 de julio de 1914 informaba que, con motivo de los festejos del día de la independencia, se había presentado en el local “Rococó”, Ciro de Baggis en mandolina y su hija Filomena de Baggis en piano, quien tenía por entonces doce años. Interpretaron “Serenade d´autrefois” y fueron “muy aplaudidos” según destacaba el diario.

Pese a su agitada vida como investigador y periodista, de Baggis, se hacía tiempo para trabajar por la sociedad y el progreso de la provincia que había elegido para vivir. Hacia 1918 se lo podía ver, según diarios de la época, organizando eventos y actos escolares como miembro de la comisión directiva de la Escuela Quintana.

Un 11 de mayo de 1921 el detective, soldado y músico italiano, Ciro de Baggis, fallecía en Buenos Aires. Quedaron en Mendoza su esposa y sus cinco hijos.  Sus restos yacen en el cementerio de La Chacarita.

 

Publicado en Diario "Los Andes" de Mendoza el 21 de Abril de 2012.

nicososabyn

* NICOLAS SOSA BACCARELLI: Periodista y abogado. Columnista y colaborador de medios gráficos de Argentina y México, entre ellos, el suplemento Cultura de Diario "Los Andes" de Mendoza. Es uno de los fundadores y director del archivo digital “La Melesca”, historias de Cuyo.

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