hoy Centro Cultural
«Armando Tejada Gómez»
La visita a la provincia de Mendoza del Politeama Cassano, un reconocido elenco de Teatro de Buenos Aires que en forma itinerante representaba obras de Florencio Sánchez, con orquesta de músicos italianos en vivo, permitió que su actriz joven, Rosa Cassano de sólo 15 años, conociera a Mario Casale, uno de los pioneros de la aviación nacional.
Con fecha del 8 de abril de 1914 el diario Los Andes testimonia lo ocurrido: «Un lisonjero éxito tuvo anoche la función a beneficio de los fondos que se están recolectando para adquirir un aeroplano al aviador mendocino Mario Casale de 24 años de edad. Al final, las señoritas Rosa y Graciana Cassano fueron obsequiadas con cuatro hermosos ramos de flores naturales, dos en nombre de la comisión Pro-aeroplano y otras dos en nombre del aviador Casale».
La hija menor de Rosa y Mario, Nelly Julieta Casale de Vásquez es quien rescata estas vivencias y les da forma en un libro, testimoniando la vida de dos seres apasionados que definitivamente cambiarían la vida cultural y deportiva de un Guaymallén que crecía con el ritmo frenético del nuevo siglo.
Al día siguiente, la joven recibe en su camarín un gran ramo de rosas en forma de corazón, en el que Casale le hace conocer el impacto que le causara el haberla conocido. A partir de este momento, el intrépido aviador sigue el recorrido de la compañía y visita a su novia en los distintos puntos de la gira adonde llega en su avión. Poco después, Casale pide a Miguel, el mayor de los hermanos, la mano de Rosita. Renuente los Cassano por la actividad que desarrolla Casale, el abuelo decide permitir que la relación prospere, siempre y cuando el pretendiente deje su actividad de piloto para constituir con su nieta una familia estable. Ambos, el piloto y la actriz, acuerdan dejar sus respectivas actividades decididos por el profundo amor que se profesaban. Se casan el 6 de febrero de 1915.
Y Guaymallén fue el lugar elegido para los nuevos pasos. A Mario Casale no sólo le atrajo de la naturaleza la atmósfera y su altura, también observó minuciosamente las corrientes de agua. Independizado comercialmente de sus hermanos y precisamente en el Canal Tobares Grande, junto al Cacique Guaymallén, había construido una fábrica de hielo en 1912, que fue la primera en este departamento.
Con dinero ahorrado, guardado por su propia madre, construye la casa de una planta sobre la Calle Larga, hoy Pedro Molina 118. La embelleció él mismo con ventanales de época, artefactos de bronce, pisos de mármol, muebles europeos y un comedor tipo inglés. Aquí nacieron todos sus hijos: Mario José -quien sólo sobreviviera un año atacado por una letal meningitis- Lidia Virginia, Irma Luisa, Rosa, Nelly Julieta y Mario Juan».
Se rompe el pacto
La muerte del primer hijo instaló un manto de dolor determinando que la pareja se uniera aún más. Ante tanto padecimiento la joven esposa le propone que retome su actividad de piloto porque sabía perfectamente cuanto le había costado tamaña determinación por ella. Mario, en agradecimiento por su actitud, se compromete a construir en un terreno aledaño a la vivienda familiar el primer biógrafo cerrado -como se le llamaba en ese tiempo a las salas de cine-, al que llamaron “Belgrano”, posteriormente sería “Sala Recreo”, para que Rosa volviera a vincularse con su vocación. Tenía butacas de cuero, alfombras, telón de terciopelo y un piano. Rosa Cassano reivindicó una vez más su talento teatral heredado de una de las familias de mayor prestigio nacional y subió a escena obras cumbres de autores de la talla de Gregorio de Laferrere y de Florencio Sánchez. Y no sólo actuó, además se convirtió en una reconocida maestra de la especialidad teatral.
Don Alberto Rodríguez, quien por entonces estaba aprendiendo a tocar el piano, hizo sus primeras armas también en aquel biógrafo, transformándose con el tiempo en el pianista del lugar. Cabe destacar que los films que se proyectaban eran mudos y se amenizaban con los sonidos de un piano ubicado a un costado de la pantalla. En agradecimiento, Rodríguez le compuso un tango denominado «A Mario Casale, aviador».
Por el “Biógrafo Belgrano” y por la casa de Rosa y Mario desfilaron sus amigos vinculados de alguna manera a la historia mendocina. Los Toso; Enrique Tittarelli; Victorio Galeazzi, Alejandro Posca; los Dalmau, Alberto Rovira, Arturo Furlotti, Juan Miguel y Margarita Mosso; Humberto Notti, Diego Gómez, los Stefanelli, Carlos Fachinelli, los Lencinas, Ciro Pravatta, los Filipini, José Cano, los corredores Juan, Oscar y Roberto Gálvez, Luis Pescarmona. También frecuentaron la casa los artistas Oscar Casco, Mario Sofficci, Alberto Rodríguez, Ernesto Casciani entre otros.
Otros artistas que vivían en las proximidades a la calle Larga tributaron homenajes a la figura de Mario Casale. Vicente Mirón en la letra, Héctor Casciani en lo musical, y con el aporte de afamados instrumentistas de la época, crearon otro tango: «Historia de cuatro esquinas»; y la milonga «Allá por Pedro Molina», con música de Alberto Rodríguez y letra de Vicente Mirón.
Los vecinos le regalan el nombre
Con el tiempo, Casale abrió el «Río Negro», un cine de verano, en las calles Mathus Hoyos y Río Negro.
El Biógrafo Belgrano años después se alquila y vuelve a utilizarse la sala para proyectar películas sonoras. Según cuentan los vecinos más memoriosos, películas para toda la familia, como «El Zorro» se ofrecían por capítulos, uno por cada semana, si no veían uno perdían el hilo de la historia. Era por entonces uno de los lugares donde se juntaban por igual, hombres, mujeres y niños. La salida les permitía enterarse de lo que se mostraba en la pantalla y de los últimos chimentos del barrio.
Cuando se acercaba la hora de la función, los vecinos se tomaban un «recreo» en sus labores y acudían emperifollados a ver el próximo capítulo. “Vamos a tomarnos un recreo”, decían algunos, hasta que todos en su conjunto relacionaron ese espacio con el recreo. De esta manera quedó instalado en lo sucesivo el nombre o denominación de Cine Recreo.
En el verano, la pantalla se ubicaba en un terreno baldío, por la Calle Larga (hoy Pedro Molina), de Alberdi hacia el oeste, de donde estaba la sala cerrada. Con un techo de estrellas, las sillas de totora que albergaban a los cinéfilos de entonces, se alineaban hacia una enorme pantalla de tela donde los sueños se iban entretejiendo entre función y función.
La escritora Mary Sclar comenta que de niña vivía en la 4ª sección y los fines de semana, en época de verano, concurría con su familia al Cine Recreo que era un baldío al aire libre y cada uno se llevaba donde sentarse para ver cine. Eran largas funciones que incluían tres películas, habitual en esa época en todos los cines de los barrios periféricos. No faltaba la comida porque cada sesión se convertía en improvisados picnics. “Era -acotaba- una experiencia maravillosa”. Allí se enteró quienes eran Armando Tejada Gómez, Vicente Mirón entre otros personajes de la zona, a quienes sólo se los conocía como vecinos.
Después, el tiempo fue transformando las costumbres y el cine fue perdiendo protagonismo social. La sala quedó cerrada por años deteriorándose totalmente, sin butacas, prácticamente no tenía techos; hasta que una iniciativa del Arq. Jorge Pardal, Intendente Municipal de Guaymallén, primero logró su adquisición y posterior remodelación y puesta en valor, para que funcionara como sala de cine y teatro municipal.
Un 14 de mayo de 1999, en coincidencia con el aniversario departamental, reabrió sus puertas al público. A la inauguración asistió, invitada especialmente la bailarina Eleonora Cassano, sobrina directa de Rosa Cassano, transformándose oficialmente en la madrina del recuperado Cine Teatro Recreo, que hoy forma parte del denominado Centro Cultural Armando Tejada Gómez en homenaje a uno de los escritores más reconocido de los que habitaron esta zona.
Nota publicada en Diario "Los Andes" de Mendoza el 26 de mayo de 2010
Fuente consultada:
«Mario Casale, Primer Aviador». Testimonios: Rosa Yolanda Furno – Nelly Julieta Casale de Vásquez – Ediciones Culturales de Mendoza, 1998.