La Melesca

EL AMOR EN TODOS LOS SITIOS

Dos son las excusas de nuestra visita: su cancionero infantil (“esas canciones para niños como usted y como yo”) y su poemario de reciente aparición: “El amor en otro sitio”. Aunque hablar de Jorge Marziali no requiere excusas: es un placer y un deber referirnos a su obra poético-musical que nos honra como cuyanos. 

 

Por NICOLAS SOSA BACCARELLI *

 

Hemos venido a buscar a Jorge Marziali, a conversar sobre sus novedades: su cancionero, ese compendio de “canciones para niños como usted y como yo”; el poemario: ese “paquetito de sentimientos impresos que rastrea en la oscuridad de lo desconocido” como él mismo lo llama. Vinimos a buscar al cantautor, y encontramos a un niño de pantalones cortos, tomando mate y recitando a viva voz la poesía que nunca lo abandona: la de las cosas olvidadas y los paisajes secretos, la de los hombres postergados.

“Cuerdo quisiera haber sido lo suficiente – dice en su prólogo- para haber arrojado (estos papeles) a la basura y seguirlos con la mente hasta el mismo basural donde un hermano rastreador de desperdicios los encontrara y los colgara con un rústico clavo en una tambaleante y pobrísima pared de latas y cartones”.

Es de mañana y en el patio de Jorge Marziali está Marita Londra cebando mate, tres álamos blancos, y el recuerdo de una rosa que sin ningún adjetivo tiene la secreta belleza de la palabra “campo”. Así nomás, sin ornamentos. “A veces los adjetivos son un pretexto para no decir nada” propone Marziali. No sentencia, jamás apostoliza, apenas invita con educación a su interlocutor, a aceptar que la tierra es chata.

Tras saludarme retoma su lectura y continúa leyendo en voz alta sobre hombres y mujeres sonrientes que tienen el oro y el miedo a la muerte, y que mueren de miedo a morirse de miedo. Nos cuenta que con el tiempo se ha apartado de eso que podríamos llamar con algunas licencias “poesía social” en tren de distanciarse de la incomodidad de tener que, sí o sí, “decir algo”; de “tener que escribir en plural”. Confiesa haber sufrido estéticamente esto, de “haber perdido posibilidades de escribir” a causa de esto. “No se puede estar obsesionado con que se escribe para putear porque en tal caso uno escribe solamente cuando tiene ganas de putear. En este tiempo me he dado el gusto de escribir sobre un árbol o para una flor”. Porque a veces la poesía reclama nacer libre de pretextos, por muy nobles que sean.

Del periodismo hizo suya la fuerza de la síntesis. Los ritmos poéticos de Marziali tienen esa contundencia. Y los niños (“el niño que llevo y que he tratado de cuidar” según su palabras) le han otorgado en cambio, el gusto por lo ilógico, el placer de la sorpresa, las ganas de mantener vivo el juego.

Libros y canciones

Su nueva obra musical infantil se titula “Las dos orejas sirven: canciones para niños, nenas, changuitos, gurises, botijas, chamos y pibitos”. El cancionero fue objeto de un merecido homenaje realizado por la Legislatura de Mendoza en 2015. Sobre él Marziali expresa: “Pensar que uno le ha instalado al niño parte de una fantasía para internalizarle algún valor duradero, como la solidaridad y la justicia, lo lúdico de divertirse aprendiendo o aprender jugando, es muy lindo. Estoy feliz de hacerlo y de que me reconozcan en mi propia provincia”.

Argumenta el proyecto legislativo que reconoció la obra del cantautor mendocino: “Los poemas cuentan las aventuras de un conejo, un ciempiés, una vaca y su ternerito, el patín y la bicicleta, así como de las orejas, una maleta, la lluvia, una casa y los oficios; todo cercano, todo propicio para el juego de la fantasía” y luego detalla: “Son temas populares, de situaciones, objetos y animales de la vida cotidiana, especialmente del barrio y del campo”.

“El amor en otro sitio” es el título del poemario que ha publicado -en una edición preciosa con ilustración de tapa de Luis Freire- bajo el sello bonaerense “Flor de ceibo”. Aquí “una casa, un zaguán, también son mundo”. Aquí el amor se da porque no se escribe, y la palabra “poesía” no está porque no hace falta. No la pronuncia por un “respeto antiguo” que le hace callarla. A veces dice “ritmo”, “metáfora”, “rima” y aún sumando esto cree no dar con ella. Aquí hay socavones, otoños que ya no se sabe dónde apilar, corazones alborotados, y preguntas vanas que se responden con un silencio y un crujir de hojas secas en mitad de la noche. Aquí hay pocos adjetivos, porque no caben.

Entre la poseía “de libro” y la letra de canción hay fuertes parentescos e insoslayables diferencias. Nos interesamos sobre este tema teniendo en cuenta que Marziali viene a publicar ahora, a sus sesenta y pico de años, su primer libro de poesía, luego de una larga y rica nómina de letras de canciones. “Hay textos que surgen con una orientación hacia la canción. Hay otros que uno no los imagina de esa manera. Éstos me surgieron como una manifestación del alma, sin sentirlos como canción” dice Marziali y refuerza: “Salir del mundo posible de la canción y entrar al mundo posible del texto poético. Eso se ve más que con el primer verso, con el deseo. En ambas operaciones hay eso que él llama “una pulsión de dejar salir cosas”.

Jorge Marziali presentando su libro junto a Nicolás Sosa Baccarelli.

Quiero saber a dónde cree ir cuando empieza, si conoce de antemano el rumbo que tomará el verso. Tuerce la cuestión y explica gráficamente que la poesía es como el insulto o como el cortejo a una mujer: primero se siente, se intuye la intención, se inicia apenas, y sobre la marcha se va viendo.

Trabaja en verso libre, en sonetos, y en coplas -que es con lo que se siente más cómodo-. Tiene una enorme aptitud para explicar los asuntos más complejos de la manera más gráfica y sencilla. Compara la metáfora con la pimienta: “jamás se echa todo el tarro”.

Giras por el interior del país, recitales en Europa, va y viene de Buenos Aires a Mendoza, recibe el dictado de ambos paisajes, y nos regala sus canciones, sus poesías, con la frescura de un hombre antiguo que de tanto vivir se hizo niño.

En dos palabras

Nació en Mendoza aunque se ha pasado la vida repartiendo sus versos y sus canciones por todas partes. En 1976 se radicó en Buenos Aires y se desempeñó como periodista en importantes medios gráficos, como redactor y director de una página sobre música popular. En 1983 edita su primer disco: «Como un gran viento que sopla». Sus obras «Este Manuel que yo canto» (dedicada a Manuel Castilla) y «Coplas de la libertad” (con versos de Daniel Giribaldi) ya forman parte de nuestra más querida y celebrada tradición. También tuvo un programa sobre música popular en Radio Belgrano. En 1986 edita «Marziali cerca nuestro» y se consagra como trovador con dos obras fundamentales: «Los obreros de Morón” y “Cebollita y huevo». En 1989 aparece «Marziali de diario», con portada de Hermenegildo Sábat y presentación de María Elena Walsh. Su obra «Yo elijo criollos» se convierte en un clásico del cancionero nacional. Viaja por el país con sus canciones ofreciendo recitales y charlas en diversas Universidades y Centros Culturales.

En 1997 gana con «El niño de la estrella» el primer premio (rubro canción) en el concurso «30 años de la muerte del Che Guevara», organizado por la FUA y la Comisión permanente de apoyo a Cuba. Al año siguiente viaja a La Habana, ofreciendo sus canciones en plazas y recintos culturales de la capital cubana. Ese mismo año es declarado «Maestro del alma» por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y recientemente la alta distinción vino de la Legislatura de Mendoza, su provincia. Luego de «¿Y por qué?», un disco con canciones infantiles aparece «Miradas» (1999), y en 2004, «Padentrano», disco en el que hace un rescate de varios de los compositores fundamentales de canciones de raíz criolla, como Hilario Cuadros, Chabuca Granda, Alfredo Zitarrosa, Buenaventura Luna y Tejada Gómez, entre otros. Después vino «San Lagente».

 

De “El amor en otro sitio”

11

Ahora sé que amé siempre

la luz que no entregabas.

Y no era para menos:

estabas encendida bajo edredón oscuro

obligándome, apenas,

a disponer de intuición herrumbrada.

(A mí también me mojan

miserias cotidianas)

12

Te dirán qué es lo bello

oscuros hacedores de borrosas bellezas.

Pero cuando transites con tu risa de libre

los mismos hacedores

no te verán desnuda como siempre caminas.

Por tanto

no harán ofertas de togas con resedas

ni trajecitos sastre.

Dirán “¡qué mal vestida…!”

Y no intentarán nada.


Foto de portada de Coco Yáñez

nicososabyn * NICOLAS SOSA BACCARELLI: Periodista y abogado. Columnista y colaborador de medios gráficos de Argentina y México, entre ellos, el suplemento Cultura de Diario "Los Andes" de Mendoza. Es uno de los fundadores y director del archivo digital “La Melesca”, historias de Cuyo.

Entrevista televisiva producida por Luis "Morci" Requena para su programa "Cepas de Cuyo" - Mendoza - Año 2010





ENTREVISTA A

JORGE MARZIALI

por NERIO TELLO *

– ¿Qué influencias de la música folclórica persisten en su estilo como compositor y qué cosas de esas influencias no le gustan?

– La música, como los idiomas, cuando se aprende en la niñez y adolescencia, es parte irrenunciable de uno; es casi como la piel. Yo tengo internalizados los modos de la milonga, la tonada, la cueca, la serenata, el tango, y lo que originalmente fue la habanera, ritmo del cual estamos todos impregnados aunque no sepamos que se llama así. Todo esto por vía sanguínea. Además, está lo inducido: chacarera, zamba, carnavalito, chamamé, es decir, todo aquello que el medio ofrecía en mi niñez y adolescencia. No hay nada de esto que me disguste, pero luego vino una elección que podríamos llamar “técnica”, que consiste en usar de ese bagaje cultural lo que más se adapta a la propia personalidad y que es lo que construye un estilo, sin traicionar lo que dictan las arterias, la memoria, el corazón.

– ¿Se puede ser un cantor social y un optimista a la vez?

– Parece que se puede porque eso es lo que han dicho e mí. Se ha insistido en asociar la tristeza y la derrota al artista comprometido con los asuntos trascendentes de su tiempo. Y se reserva la condición de “alegre” (para mí es divertimento) a los artistas comprometidos con lo efímero o con las leyes del mercado. Creo que todos los llamados cantores sociales somos optimistas.

– ¿Cómo se inserta la nostalgia en su temática?

– Ocupa el lugar de los ataques, de las “salidas de baño” como decía mi madre. Naturalmente, no creo que todo tiempo pasado fue mejor; simplemente hay momentos del presente que llevan a recurrir a lo que fue. A veces vuelvo desde la derrota coyuntural y otras desde la euforia de la realización. Le dedico más tiempo y preocupación a la nostalgia del futuro.

– ¿La nostalgia es reaccionaria?

– Si, es un estilo de vida, se convierte en reaccionaria porque cierra las puertas al porvenir. Lo importante para mí es la memoria no regresiva. La nostalgia, como estilo de vida, es para seres muertos que deambulan por las calles porque nadie les avisa que están terminados.

– ¿Por qué los temas que mencionan a la Patria o sus símbolos son mirados con menosprecio por ciertos sectores?

– Creo que el término “patria” cayó hace mucho tiempo en manos de unos tipos que confundían patria con tierra; pero no la madre tierra, sino aquella que puede venderse y comprarse en las inmobiliarias. Los terratenientes se autoconvirtieron en “patriatenientes”. Por eso algunos sectores pseudoprogresistas (de alguna manera con razón) descreen de todo lo que tenga que ver con la Patria y en vez de recuperar el término, su significado, para los que dicen representar, permiten que otras patrias avancen sobre la nuestra, no con intenciones de convivir sino con intenciones de dominar.

– ¿Es el nacionalismo el opio de los pueblos?

Si el nacionalismo es querer que todos piensen igual que el “patriateniente”, es el opio de los pueblos. Lo importante es no disminuir el valor del patriotismo. Los griegos decían que el oráculo más cierto es el que ordena defender la patria. No se trata de exaltar el valor de la patria como exclusivo. Creo que el amor a la patria y el amor a la humanidad no se excluyen. Sin el primero no se puede demostrar el segundo.

– Su temática, que no es estrictamente rural ni urbana -que es más bien de los arrabales- ¿lo convierte en un marginal?

-Creo que la gente entiende que yo les canto desde afuera de sus lugares. He cantado en el campo y toman mis relatos como asuntos que suceden cerca de allí; cosas que les han sucedido a sus amigos, parientes o asuntos que alguna vez mencionó la radio o la televisión, o los diarios. Y canto mucho en las ciudades donde también escuchan mis canciones como algo cercano, que posiblemente no sea la realidad inmediata y tangible de esa ciudad pero que tiene que ver con ella. Me siento un artista de ciudades. Podría cantar en cualquiera donde sería, posiblemente exótico (por “de afuera”) en relación con esa ciudad determinada. En mi propia provincia hay gente que ha dicho “no parece de aquí”.

– ¿La marginalidad es una decisión o un estigma?

– Hay una decisión casi definitiva de mantenerme en los márgenes, como tipo público, como artista. Desprecio el circo, pero estoy en la pista cuando creo que es necesario estar. Tengo bien claro cuándo hago el papel del payaso, el del equilibrista o el del domador. No me siento un marginal, pero evito los amuchamientos. No hay un estigma, y si lo hubiera lo curaría porque jamás me quedo en situaciones que me ofrecen sufrimiento prolongado.

– ¿Se puede ser un cantor social marginal y simultáneamente comercial?

– Mis discos siempre se venden. No conozco ningún disquero que los tenga como clavo. Es posible que haya un grupo grande de gente que consume a este “cantor social-marginal” porque necesita cierta dosis de marginalidad para aplacar el dolor de estar demasiado inserto en un sistema que no le hace bien y que no le provee felicidad.

– ¿Qué es ser comercial?

– Significa que a los comerciantes les interese tu trabajo como producto comerciable. Algunos artistas responden cien por ciento a los requerimientos de los comerciantes. Otros no respondemos estrictamente, pero le damos una mano por el lado de lo estético, de lo prestigioso; lo que ellos llaman “catálogo”. Así convivimos.

– ¿Las temáticas rurales son conservadoras?

– No, el asunto pasa por las personas. Se puede decir “las penas son de nosotros/las vaquitas son ajenas”. Allí hay una denuncia con notables deseos de que eso no siga siendo así. Hay un pensamiento progresista. En el campo de hoy se podría decir “las penas son de nosotros/las 4×4 son ajenas”. No hay ningún laburante rural sometido que quiera seguirlo estando. Las obras que le cantan loas al ranchito, al apero raído, al piso de tierra del paisano pobre, puede que suenen conservadoras. Pero el paisano sabe que hay otra vida mejor y trabaja en pos de ella.

– ¿Cómo se conjuga la marginalidad con la necesidad de utilizar un aparato de difusión para convocar a un recital, por ejemplo?

– Yupanqui dijo una vez: “yo soy criollo pero no me afeito con las espuelas”. Si hay una marginalidad es una decisión propia. Yo juego en los alrededores pero no acuso a nadie de marginarme. Todos estamos dentro del reloj; el asunto es saber qué parte del engranaje es uno.

– ¿Cree que el rock perdió la fuerza y la autenticidad que da la marginalidad?

– Creo que el rock es una actitud, es querer que algo cambie. Visto así, yo sería un rockero. El sistema no admite por mucho tiempo tipos que insistan en cambiar las reglas. O los deja afuera o los fagocita. El cineasta Spike Lee ha dicho no hace mucho que “los denunciantes son, invariablemente, tipos que caen. Son héroes durante quince minutos, si acaso, y luego se convierten en chivos expiatorios. Los que se desviven por la gran difusión pierden la autenticidad que da la marginalidad bien entendida y en poco tiempo dejan de ser rockeros, dejan de ser artistas, son carne de supermercado. Es posible que junten plata pero entonces, en qué quedamos… El asunto es resistir con alegría.

– ¿Tiene futuro la música popular de raíz folklórica?

– Yo creo que en el arte, todo lo que tiene pasado tiene futuro.Para mí, en tanto artista de un país marginal, ser original es volver a los orígenes con una mirada nueva. Todo lo que tiene madre tiene futuro. Hay mucho arte de probeta, no tiene madre. Es un arte que puede tener un buen pasar económico, pero no sé si tiene futuro.

– ¿Cree que sus canciones le llegan a los jóvenes?

– No hay un arte para jóvenes; hay arte para el hombre. Si mis canciones no le “caben” a los jóvenes puede ser que estén en otra frecuencia. Yo espero; siempre hay alguien que cumple 30/35 años.


– Los jóvenes del nuevo siglo… ¿tienen las mismas expectativas que los de su generación?

– Creo que las expectativas son similares a determinada edad en todas las generaciones. Los hijos de la última dictadura crecieron en individualismo, con menos inquietudes sociales. La nuestra fue una generación perdida por tantos muertos. Me parece que luego vino una generación perdida por tantos “vivos”. Y ahora hay una generación que pinta bien. Tienen un encanto; tienen algo que no alcanzo a vislumbrar muy bien pero que pinta bien

– ¿Su temática ha evolucionado atada a la realidad social o más bien hay una evolución estrictamente artística?

– La temática se puede haber ampliado, pero siempre ha sido el hombre. Han variado las formas. Después de haber hecho la gimnasia de la insinuación –me refiero a la palabra, que es mi principal materia prima- se ha ido consolidando a nuestro alrededor una “rara libertad” que permite que abandone la insinuación, aunque es atractiva en sí misma como forma de trabajo. La insinuación es suave, muerde a posteriori apoyada en su acción residual. Pero habla de un respeto por los tiempos y los humores del oyente.

– Hay intérpretes cuya fidelidad a un estilo los vuelve demasiado aburridos y pretensiosos. ¿Es más importante ser fiel que entretenido?

– Encontrar un estilo propio es lo más difícil en cualquier arte. Por otra parte, si un arte es aburrido, algo está fallando. No conozco ningún gran artista cuyo arte sea aburrido. Es fundamental ser fiel a uno mismo. Si esto impide funcionar como artista es que no hay nada para decir o para dar, al menos en ese momento. Borges les decía a sus alumnos que si un libro les resultaba aburrido lo dejaran, porque ese libro no había sido escrito, todavía, para ellos, aunque se tratara de un clásico. El creador tiene un tiempo y el consumidor otro.

– ¿Qué papel le asigna al Estado en la difusión y apoyo a la creación nacional?

– Debiera preocuparle tanto como la salud o la educación. Creo que la modernización no puede basarse solamente en la acumulación de capital o el incremento de la productividad en el trabajo, sino en el desarrollo y consolidación armónicos de las identidades. El arte nacional es esencial para este último cometido. Cuando un médico quiere saber quién es uno como paciente, averigua sobre los padres, sus achaques, sus enfermedades,. Y cuando nos hacen un documento de identidad ocurre lo mismo con nombres, nacionalidades y todo eso.

– La canción pintoresquista de poncho y bombacha, ¿qué mensaje intenta transmitir?

– Cuando es auténtica intenta transmitir lo trascendente de las gentes de poncho y bombacha, gentes que son exóticas para la costumbre ciudadana. En una época los productores artísticos y discográficos incentivaron a grupos de pibes del interior para que se vinieran disfrazados con bombo y guitarra para sostener un fenómeno folklórico que por supuesto no era auténtico. Aun hoy sufrimos las consecuencias en el oído. La mayoría de aquellos “gauchos exitosos” quedaron boyando en las ciudades, trabajando de otra cosa. Algunos, que ya están canosos, todavía se disfrazan para el verano y salen a currar por los festivales.

– He leído por allí a un folklorólogo despotricando contra los instrumentos eléctricos en la música criolla. ¿No es una opinión muy cerrada?

– El problema no es la electrónica sino cómo se la usa; como sucede con una ley o con un cuchillo. Hay chicos que quieren renovar todo el tiempo y piensan que zapando con una guitarra eléctrica ya está; o poniendo una batería al mango. Y lo único que han escuchado es Los Nocheros o Soledad. Si arrancaran de Chazarreta, por lo menos… Bueno, cuando llegaran a Leguizamón o Piazzolla desertarían.

– ¿Ser un cantor solitario es una decisión estética o es una imposición del medio?

– No creo ser un cantor solitario; sólo que no me gustan los amuchamientos. Creo que la tarea creativa necesita de cierta soledad. Trabajo más con palabras que con melodías. Y la palabra se ha quedado un poco sola, quizá porque es donde más rápido se nota el contenido, el pie rengo, diría un vaqueano. Muchas veces he estado a punto de creerme lo que dijo María Elena Walsh de mi trabajo: que me juego solo pero una multitud silenciada es mi acompañamiento.

– Tus incursiones en el periodismo, en la producción radial o discográfica ¿es omnipotencia o necesidad de sobrevivir?

– Lo del periodismo y la radio es mi profesión. Yo estudié eso. Me gusta mucho y he sido muy feliz haciendo esas tareas. Lo de la producción discográfica es ideología, defensa propia, aversión al manoseo. No sé si soy omnipotente, pero un tipo con convicciones, mucho trabajo y un poco de suerte puede hacer las cosas como se le da la gana. En realidad, lo que más me gusta es hacer lo que se me da la gana.

– ¿Cree que en la música popular hay mucho de improvisación, falta de rigor profesional, perfeccionamiento, estudio?

– Creo que es una característica de los argentinos en general. Ahora, en los últimos años, la crisis nos ha puesto un poco más responsables. De todos modos, conviene mantener cierta desmistificación de la tarea artística, algo de amateur. De lo contrario se puede caer en terreno del exitismo y el estrellato que son peores que la improvisación y la intuición.

– ¿No crees que pensar más en lo artístico y menos en sobrevivir lo hubiera hecho crecer más en lo profesional?

– La pregunta da para un libro. No tengo apuro. Comencé profesionalmente en 1983. Antes me la pasé jugando y, a veces, me pagaban y todo. Salí en el 76 de Mendoza con dos hijas chiquitas. Sin padres ni suegros que bancaran nada. Sabía que para escribir y cantar tenía que estar vivo primero. Y vivir no es solamente respirar y que lata el corazón. Hay tipos que por aplaudir canciones como las mías no están más. ¿Y que es crecer en lo profesional? Llenar estadios con gente que el próximo fin de semana irá a escuchar un artista que está en las antípodas de lo que uno hace y no encontrará ninguna diferencia. He sufrido en Mar del Plata de ver una apreciable cantidad de gente en un recital mío y, al mismo tiempo, Alfredo Alcón levantando una función de su espectáculo sobre Lorca. Eso es injusto y todo posiblemente porque, yo, en esos momentos, convocaba un cacho de público. Sin los apremios por la supervivencia quizá hubiera sido mejor artista, lo que no me garantizaría los garbanzos.

– ¿Que es ser un cantor popular?

– Es cantar los acontecimientos trascendentes de la aldea, del país y del mundo. Hay cantores populares desconocidos y cantantes popularizados que nunca serán populares.

– ¿Es la popularidad un pecado?

– No, debería ser una responsabilidad, una escuela de sencillez. Lo que es un pecado es el manoseo de los términos. Una campaña publicitaria no hace que un artista sea popular. Esto es lo que confunde a la gente y a los artistas. Uno hace una tarea artística, no una carrera. Y la popularidad llega o no llega.

– ¿Ha sentido ganas de largar todo y poner una chacra?

– He sentido ganas de poner una chacra pero nunca de dejar esta tarea.

-¿Qué lugar ocupan el vino y el humor en su vida?

– El vino, entre el mediodía y la noche, ocupa unos dos o tres litros. El humor ocupa bastante tiempo. Mis padres tenían muy buen humor, eran divertidos, mordaces y agudos. Algo de eso habré heredado.

– Le gustaría que sus hijos siguieran su camino?

– No, creo que no. Ojalá puedan tener el arte como adorno en sus vidas, como placer. Me gusta que me sorprendan con asuntos incomprensibles para mí, como la cibernética o el induismo. Ojalá fabricaran satélites y escucharan e hicieran música sólo por placer.


* NERIO TELLO: Periodista, escritor, guionista, autor y director teatral. Ha publicado alrededor de treinta y cinco libros sobre diferentes temáticas. Docente en las Universidades Nacionales de Lomas de Zamora y de Buenos Aires; las Universidades de Palermo, Del Salvador y Caece. Dictó seminarios de Redacción Periodística y Crónica Narrativa en la Escuela Terciaria de Estudios Radiofónicos (ETER). Ha trabajado en radios, diarios y revistas.

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