Agudo observador, ingenioso, sensible. Médico, político y escritor, es considerado uno de los iniciadores de la narrativa mendocina.
por MARTA MARÍN *
Perfil
Carlos Ponce nació el 1 de febrero de 1863 y murió el 22 de junio de 1930. Fue uno de los hombres notables que tuvo Mendoza a fines del XIX y principios del XX. Se desempeñó como médico, político y narrador. Fue reconocido por su labor en el periodismo, en el quehacer cultural y científico de la provincia y por su destacada participación en el ámbito de la música. Fue autor de dos colecciones de narraciones breves: El Dr. Teodoro Silva; cuentos mendocinos [1]; Cuentos mendocinos; antaño y hogaño [2] y de una novela: Termalia [3], además de numerosos artículos periodísticos [4].
Su padre fue José Rudecindo Ponce, político, poeta, periodista, insaciable lector, había llegado a la provincia en 1841. Formó parte del ejército de Lavalle y tuvo que exiliarse en Chile hasta 1845. Allí publicó un libro de poemas: Preludios líricos del que no se conservan ejemplares [5]. Participó en la fundación del diario El Constitucional publicado en Mendoza desde 1852 hasta 1884.
Su madre fue Adela Roig de la Torre Zapata. Era una mujer con una cultura fuera de lo común en la Mendoza del siglo XIX. Poseía un marcado talento musical que le permitió dirigir magistralmente la orquesta familiar que estaba formada por piano, violín y flauta y por supuesto era acompañada por melodiosas voces. En la casa familiar, ubicada en la calle de San Nicolás, en la esquina del callejón Ponce o callejón de las Garantías (actualmente a la calle San Martín y Godoy Cruz respectivamente), se realizaban amenas veladas musicales, que más de un caminante nocturno disfrutaba gratuitamente.
En un ambiente vinculado profundamente a la cultura de Mendoza, nutrido de excelente música, con una sustanciosa y variada biblioteca que fomentó buenas lecturas y mejor lenguaje, crecieron los hijos de la familia Ponce: César, con destacada habilidad para ejecutar el piano y el violín, fue abogado; José Rudecindo, quien tocaba la flauta, fue ingeniero; Carmen, una mujer cultísima, presidió instituciones que le permitieron practicar la caridad, como por ejemplo la “Sociedad de las Damas de Caridad” y “El asilo de huérfanos”; Celina, quien fue monja y Adela quien había heredado el talento musical de su madre.
Hacia 1881, Carlos Ponce terminó sus estudios de bachiller en el Colegio Nacional. Posteriormente se trasladó a Buenos Aires para estudiar en la Facultad de Medicina. Allí se graduó en 1888 como doctor con la tesis «Cuarentena y lazaretos entre nosotros» [6]. Regresó a la provincia en una misión de auxilio mientras se desarrollaba una epidemia de cólera morbus. En Mendoza desarrolló su profesión junto a diversos cargos públicos en los que demostró la idoneidad suficiente para ganar el reconocimiento de sus contemporáneos. Realizó investigaciones y publicó artículos y trabajos sobre la fiebre tifoidea y el bocio, enfermedades propias de esta región y que planteaban un serio problema médico social.
Personalidad
Algunos testimonios escritos muestran a Carlos Ponce como un “muchacho travieso y ocurrente”; “miembro de un núcleo de escritores brillantes, de plumas ágiles”[7]. Sus compañeros del Colegio Nacional lo reconocían como el más popular por su inteligencia y simpatía. Como profesional, fue muy querido. Transmitía a sus enfermos seguridad y optimismo junto con las recetas y el dinero para la farmacia. Dueño de una actitud generosa y servicial, se transformó en el médico de cabecera de numerosísimas familias mendocinas. A la par de su profesión estuvo su interés y gusto por la música. En 1895 integró el “Cuarteto Ignacio Álvarez” junto a Enrique Varalla, Paladino y Juan Augusto Bosshardt. Ocupó con modestia importantes cargos públicos, entre ellos el de Ministro de Gobierno, Diputado, Presidente del Consejo Municipal, que le permitieron canalizar su preocupación por la ciencia y por el mejoramiento de la salud pública.
Dueño de una sencillez natural, no tuvo ambición de mando o de poder, aunque su prestigio le hubiera permitido gozar de ambos. Fue amigo fiel y desinteresado, no le interesaba volver hacia el pasado y buscaba la compañía de los jóvenes.
Su obra
Su obra aparece reseñada en distintos libros de estudios panorámicos como Fernando Morales Guiñazú, Arturo Roig, Nelly Cattarossi y Rafael Alberto Arrieta. Si bien la obra editada de Ponce es breve, según Morales Guiñazú numerosos artículos periodísticos se hallan dispersos en diarios y revistas. Fue colaborador de distintas publicaciones periódicas como El Debate, Los Andes y La Novela de Cuyo y de las revistas Horizontes de la novela de Cuyo; La Quincena Social y Don Quijote de los Andes.
Sin duda puede afirmarse que Carlos Ponce fue uno de los iniciadores del cuento y la novela mendocinos. Vicente Nacarato lo ubica cronológicamente después de Máximo Cubillos y de Manuel Olascoaga [8].
Su formación como escritor tiene distintos vertientes: la nutrida biblioteca paterna, las lecturas de autores clásicos y modernos, argentinos y extranjeros, las redacciones de los periódicos con sus exigencias, las tertulias musicales y literarias que le permitían el intercambio de ideas con otros escritores de su generación y aún más jóvenes. También sus narraciones tienen como punto de partida su experiencia. Según Alicia Serú de Leal:
El contacto humano que le dio el ejercicio de su profesión le proporcionó materia para sus relatos en los que se destaca el fino humorismo de algunas situaciones y, de otras, el dramático trasfondo psicológico o social [9].
El nombre de Carlos Ponce gozó del reconocimiento de figuras importantes tales como Roberto J. Payró, Alfredo Palacios, Hugo Wast, entre otros. Esto le permitió ocupar un lugar de primer nivel en la narrativa regionalista.
Gloria Videla de Rivero afirma que se puede ubicar a Carlos Ponce dentro de un regionalismo temprano, ya que el momento de su producción es aquel en que los escritores de las provincias buscaban reflejar en textos literarios su realidad con el fin de aportar testimonios. En la narrativa de Ponce aparecen elementos de realidad presentados con cierta objetividad, elementos seleccionados desde la visión del escritor y que le permitirán destacar algunos aspectos de la condición humana que le interesan. A partir de esto, su obra presenta rasgos costumbristas, si por costumbre se entiende los hábitos, modalidades, usos de un pueblo que lo que lo caracteriza y distingue de otros pueblos. La presentación del subtítulo de Cuentos mendocinos en las dos colecciones de cuentos, muestra al lector la intención del narrador: pintar algunas costumbres de los mendocinos de esta época. Esta tendencia al realismo en su técnica narrativa hace suponer la estrecha relación entre personajes e historias narradas.
Acerca de «Cuentos mendocinos» y «Termalia»
Los Cuentos Mendocinos (1924 y 1927) son narraciones que se insertan en la línea realista – costumbrista en boga en la literatura argentina desde el siglo XIX tanto por influencia del romanticismo europeo como por una necesidad interna de testimoniar tipos y costumbres nacionales y regionales en una sociedad que se transformaba por la acción del progreso y de la inmigración. También se percibe en las narraciones influencias del realismo-naturalismo que refleja la realidad sin idealizarla más bien con una pretendida objetividad.
Cuentos Mendocinos está compuesto por diez relatos de carácter anecdótico, breves, sencillos con temas extraídos de la realidad en la que el autor se movía cotidianamente. Se advierte la intención de testimoniar hechos y costumbres de la sociedad provinciana de principios de siglo XX. Los personajes presentan rasgos que remiten a un paradigma realista. Aparece un humor levemente irónico sin llegar a ser hiriente, comentarios oportunos sin mordacidad que subrayan debilidades humanas reconocidas en personalidades del momento de la sociedad mendocina. Las narraciones se mueven entre las formas del costumbrismo rememorativo y las formas del costumbrismo reformista.
La colección se inicia con «Isidro». Este texto presenta las características de un mal propio de esta región ya que tiene como personaje central a Isidro Coria, un cotudo. El coto o bocio era enfermedad provocada por un agrandamiento de la glándula tiroides. La sufrían los mendocinos de principios de siglo por la falta de yodo. Esto los caracterizaba físicamente ya que quien la sufría, se transformaba en una persona de expresión dura y firme. La enfermedad también afectaba moralmente porque la persona se transformaba en un ser lento para pensar y tozudo al momento de decidir. El relato da detalles acerca de las características de los distintos cotos, del tratamiento médico que recibían quienes sufrían este mal y el modo en que Isidro solucionó su problema de coto.
Otros relatos interesantes en la colección son “Equivocación de Bigote” o “Cuento amarillo”. Ambos relatos presentan con cierta picardía y mucho humor, situaciones de aprieto que viven los personajes. También hay relatos que aluden las costumbres sociales por ejemplo en “Día de santo”. Esta narración presenta el festejo del día del santo de la dueña de casa como una costumbre mendocina de antaño. El texto es rico en la descripción del espacio: la pequeña aldea, sus calles, la casa de la agasajada. Además la colección presenta dos narraciones con carácter didáctico social, ambas aparecen en el apartado denominado: “Apólogos”. Ellos son: “Pedro y el piano” y “La ciudad histórica” en ambos textos se advierte claramente la intención política del narrador.
Termalia, su única novela, fue publicada en 1927 y constituye una valiosa obra para lectores capaces de viajar a través de la narración. Se inicia con la mirada del narrador quien brinda una poética descripción de la zona de Cacheuta, en la que se resalta la belleza natural del espacio. Las descripciones del paisaje reaparecen en toda la obra para enriquecer y dar marco a la historia. Las imágenes, los personajes, la presencia de datos históricos referidos a la zona, las narraciones intercaladas, le permiten al lector armar una visión de Cacheuta como un espacio geográfico, social, histórico y por momentos, legendario.
Cacheuta es un centro climático termal que se ubica a cuarenta kilómetros de la ciudad capital y se extiende sobre la margen derecha del río Mendoza. Sus aguas son internacionalmente conocidas por sus propiedades terapéuticas, especialmente aptas para afecciones reumáticas, dermatológicas y bronco-pulmonares. Estas aguas termales fueron conocidas desde la época de los Incas como «Los Baños de la Punta de Río». Las propiedades medicinales de la aguas fueron aprovechadas por los indios. Algunos testimonios legendarios afirman que hasta aquí llegó el Inca Tupac Yupanqui para tomar baños que lo curaran de su enfermedad. El verdadero auge de esta zona estuvo íntimamente relacionado con la llegada del ferrocarril hasta Uspallata a fines del siglo XIX. El Ferrocarril Andino, inaugurado en 1885, permitió la llegada de importantes visitantes al balneario, especialmente de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Hacia 1893 se construyeron las primeras piletas para los baños en pircas de piedra muy rudimentarias. El prestigio y el reconocimiento de las termas aumentó de tal modo que en 1910 se llamó a concurso para la construcción de un hotel, el que estaría listo tres años más tarde. Así, Cacheuta se ubicó a la altura de los centros termales más afamados de Europa.
La novela refleja las actividades de una sociedad alta integrada por personajes de diferentes latitudes, viajeros que llegaban al balneario en búsqueda de alivio para sus dolores en algunos casos, o simplemente de paseo y diversión en otros. Con la presencia de numerosos personajes que se relacionan entre sí, motivados por distintos sentimientos que van desde la amistad, el amor, la fidelidad y la infidelidad se entretejen diferentes historias que constituyen la estructura argumental de la novela. Diversos son los temas que ocupan la obra, la eficacia medicinal de las aguas termales para curar los males del cuerpo, los males del alma que sufren los hombres y la sociedad, presenta una visión nostálgica, casi añorada, de la mujer que se encargaba del hogar tradicional, el problema del matrimonio formado por seres que no se aman, episodios históricos que cambian el ritmo de la narración junto con anécdotas matizadas de humor y picardía y como no podían faltar, la medicina y los médicos, ambos conocidos desde las primeras narraciones de Carlos Ponce también tienen un lugar relevante en la obra.
Sin dudas, hay una deuda por parte de la crítica relacionada con los artículos periodísticos de Carlos Ponce dispersos en diarios y revistas. Algunos de ellos mencionados por Arturo Roig [10] son: “Discurso con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de América”, con fecha del 14 de octubre de 1892; “¿Patriotismo?”. Carta a Julio Leonidas Aguirre, con fecha del 30 setiembre de 1902; el Discurso como diputado nacional en la sesión de julio de 1905 y también aparecen los títulos de dos artículos sobre la obra de Ponce: “Un libro nuevo y un viejo amigo”. Reseña del libro de Ponce: el Dr. Teodoro Silva, por “Guante Gris” (J. V. Santos) y “El libro de Carlos Ponce ( El Dr. Teodoro Silva)”, Cartas sobre el mismo de la Sra. Dolores Lavalle de Lavalle y de Leopoldo del Campo con fecha del 7 de enero de 1910.
Conclusiones
Un análisis atento de las narraciones breves, de la novela y de los artículos periodísticos probablemente permita reconocer la personalidad del médico, del narrador, del político y sobre todo del hombre que fue Carlos Ponce. Agudo observador, ingenioso, sensible, talentoso en las distintas actividades que desarrolló.
Es importante rescatar las palabras de Alicia Serú de Leal para conformar una visión si no acabada al menos generalizadora de Carlos Ponce y su obra:
Menos que la magnitud absoluta de sus obras lo que debemos evaluar es la significación de las mismas en relación con el ambiente. Entonces le daremos su real merecimiento.
“Termalia”, “El Dr Teodoro Silva” y “Cuentos Mendocinos” son valiosos antecedentes de la narrativa mendocina y permiten ubicar a Carlos Ponce entre sus distinguidos precursores [11].
Referencias: [1] Esta colección de cuentos no se encuentra en la Biblioteca San Martín ni en la Biblioteca de la Asociación Ecuménica de Mendoza. Alicia Serú de Leal realiza una breve descripción del libro en el artículo citado en la nota 9. La Dra. Gloria Videla de Rivero también lo menciona en su trabajo citado en la nota 5. [2] Aparecieron publicadas dos ediciones: la 1ª edición: Buenos Aires, Agencia General de Librerías y Publicaciones, 1924, 179 p. y la 2ª edición: Buenos Aires, s.e., 1927, 179 p. No hay variantes en las narraciones de ambas ediciones. [3] Buenos Aires, Inca, 1927, 222 p. [4] Morales Guiñazú en Historia de la cultura mendocina afirma que "la mayor parte de la obra de Carlos Ponce está diseminada en diarios y revistas", p. 371. [5] Este dato lo brinda la Dra. Gloria Videla de Rivero en su artículo: "Termalia (1927) de Carlos Ponce: la novela de Cacheuta". En: Piedra y Canto nº 4, 1996, Cuadernos del Centro de Estudios de Literatura de Mendoza pp 97-125. Allí afirma que "éste y el libro de Juan Gualberto Godoy Poesías (Buenos Aires, Coni, 1889) son los dos primeros libros poéticos mendocinos, según el estado actual de la investigación literaria de la región”. p. 100 [6]Martín de Codoni, Elvira. " Biografías médicas II (1810-1900)" p. 654 En: Historia de la medicina en Mendoza (Adolfo Semorile, y otros, Mendoza, s.e. 1988. T 2 . [7]Lucio Funes. Anécdotas mendocinas. Mendoza, 1936. [8]Vicente Nacarato. “La literatura en Mendoza”. Los Andes, 20 de octubre de 1957, 2º sección, p. 11 [9] Alicia Serú de Leal. “Carlos Ponce: precursor de la narrativa mendocina”. En: Revista de la Junta de Estudios Históricos, nª 8, ( 1975), 2ª época, p. 261 [10]Arturo Andrés Roig. La literatura y e periodismo mendocinos a través del diario “El Debate” ( 1890- 1914) p. 89 [11] Alicia Serú de Leal. Op. cit., p. 271.
Bibliografía:
Elvira Martín de Codoni. «Biografías médicas». En: Adolfo Semorile y otros. Historia de la medicina en Mendoza. Mendoza, s.e., 1988, T 2.
Fernando Morales Guiñazú. Historia de la Cultura Mendocina. Mendoza, Best, 1943.
Vicente Nacarato. “ La literatura en Mendoza”. En: Los Andes, 20 de octubre de 1957.
Arturo Andrés Roig. La literatura y el periodismo mendocinos a través de las páginas del diario El Debate 1890- 1914. Mendoza, UNC, 1963.
Alicia Serú de Leal.» Carlos Ponce: precursor de la narrativa mendocina». En: Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, nº 8, 1975, 2ª época, pp 260-271
————————– “Doctor Carlos Ponce: a los cincuenta años de su fallecimiento”. En: Los Andes, 22 de junio de 1980.
Gloria Videla de Rivero. “Termalia (1927) de Carlos Ponce: la novela de Cacheuta”. En: Revista Piedra y Canto nº 4, 1996. Cuadernos del Centro de Estudios de Literatura de Mendoza pp 97 – 125.
Cronología
1863: 01 de febrero, nace en Mendoza. La casa paterna estaba ubicada en la calle de San Nicolás (actualmente calle San Martín) en la esquina del callejón Ponce o callejón de las Garantías (actualmente Godoy Cruz).
1881: se gradúa como Bachiller en el Colegio Nacional. Inmediatamente viaja a Buenos Aires para estudiar medicina.
1888: se gradúa como Doctor en medicina.
1895: integra el ”Cuarteto Ignacio Álvarez” junto a Enrique Varalla, Paladino y Juan Augusto Bosshardt
1897: se le encarga el estudio de un sistema de obras sanitarias adecuado a nuestro suelo. Aconsejó cámara séptica, la que se utilizó hasta la modernización del servicio.
1900: es Convencional de la Asamblea Constituyente de la Provincia
1901: es nombrado Ministro de Gobierno de la provincia por el gobernador Elías Villanueva.
1904 – 1908: representa a Mendoza en el Congreso de la Nación
1909: publica la colección de cuentos El Dr Teodoro Silva; cuentos mendocinos, con el seudónimo Abraham Roig.
1910: integra el “Ateneo de Mendoza”.
1915: dispuso la preparación de un informe completo sobre la capacidad de la asistencia hospitalaria de toda la provincia en prevención de epidemias.
1924: publica Cuentos mendocinos.
1926: es elegido Concejal por la Capital. Siendo presidente del Consejo Deliberante, es nombrado intendente interino.
1927: publica Termalia. Aparece la segunda edición de Cuentos Mendocinos.
1930: 22 de junio, muere a los 67 años, siendo presidente del Partido Liberal.
* MARTA MARÍN: Licenciada en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras (UNCuyo). Ayudante de investigación del Centro de Estudios de Literatura de Mendoza (CELIM). Profesora Titular de Literatura Argentina III y Problemas de la teoría literaria en el Instituto de Formación Docente 42PT Santa María Goretti. Rectora del Instituto Superior de Enseñanza Privada -97PS-ISEP. Cursó la Maestría de Literatura Argentina Contemporánea. Ha presentado la tesis referida a la relación epistolar entre Jorge Ramponi y Bernardo Canal Feijóo. Publicó reseñas y artículos sobre autores mendocinos en revistas especializadas.