ERNESTO VILLAVICENCIO
De formación musical empírica, por su talento se transformó en un referente de su provincia, a la que inmortalizó en canciones que interpretan grandes artistas de la música popular argentina.
por ANIBAL CUADROS *
Ernesto Andrés Villavicencio nació en San Juan el 30 de noviembre de 1940. A los ocho años sorprende a sus padres al manifestarles que le gustaría tener una guitarra. Éstos acceden al pedido y se la compran a un vecino del barrio.
Y así comienza la historia: un niño sin ningún antecedente familiar que lo asocie a la música comienza, casi sin darse cuenta, a transitar un camino que lo mantendrá toda la vida sobre los escenarios, recibiendo elogios y aplausos, realizando giras por lejanas latitudes, y rodeado de amigos de noches largas.
Ni el más imaginativo residente de esa ciudad que, sólo cuatro años antes del episodio de la guitarra había sucumbido ante un brutal terremoto; difícilmente podría haber concebido la gracia que lo acompañó.
Los comienzos
La sincera amistad que, desde la adolescencia, cimenta con Enrique Román Barrera, se suma a la devoción que ambos profesaban por la guitarra que, sin dudas, potenció el crecimiento de ambos como instrumentistas. Para el “Negro” y el “Cabezón”, como cariñosamente se los llamaba, cualquier momento y lugar era ideal para “pelar las maderas”, transitar el diapasón, hermanar la agilidad de sus dedos y alcanzar la pureza sonora que pretendían. Y en 1958, nacen “Los Caballeros de la Guitarra”, inicialmente un dúo de guitarras, y años más tardes complementará Pedro Gómez en guitarrón luego reemplazado por “Pocho” Peralta.
Tras una década de recorrer caminos, se afianza el dúo mientras ganan el respeto y el reconocimiento de la región cuyana, y hasta fueron incorporados como músicos estables en la Orquesta de LV1 Radio Colón de San Juan. En 1968, comienza a gestarse el primer gran salto de su carrera artística. Parten a Córdoba con motivo de la realización de uno de los eventos de mayor envergadura para los amantes de la música ciudadana: el Festival de Tango de La Falda. Llegaron sin contrato ni invitación, se ofrecieron para acompañar al cómico, cantor y animador Juan Carlos Mareco “Pinocho” que no tenía músicos propios. Tuvieron tal éxito que Mariano Mores, presente en el espectáculo, les ofrece un contrato para trabajar con su compañía la siguiente temporada. Así llegan y hacen pié en Buenos Aires, actuando inicialmente con Las Guitarras de América de Adolfo Berón. Luego llegan al mítico “Viejo Almacén”, en esa época la “Catedral del Tango”. Hacían su número y comienzan a acompañar a grandes artistas ganándose el respeto de prestigiosos colegas como Roberto Grela, “Colacho” Brizuela, los puntanos Alfredo Alfonso y José Zabala, entre muchos otros.
Grabaron su primer larga duración para el sello Disc Jockey, titulado “Los Caballeros de la Guitarra” que incluía tangos, milongas y valses. En 1977 graban otro LD para el sello Diapasón que llamaron “Para todos y para siempre” con varios temas folclóricos, tango y hasta música clásica. La formación era Ernesto Villavicencio (1ra. guitarra), Enrique Barrera (2da. guitarra), Norberto Peralta (3ra. guitarra) y Carlos “Pocho” Peralta (guitarrón).
SU OBRA
Apenas llega a Buenos Aires, el Negro Villavicencio inaugura una de las etapas más trascendente de su carrera. Independientemente de su labor con el dúo, surge la unión con Oscar Arturo Mazzanti, más conocido como “Cacho” Valles, director de Los Cantores de Quilla Huasi, dando inicio a una prolífica dupla compositiva de la que nacen importantes tonadas, cuecas y valses. Muchos artistas, sobre todo los cuyanos, empiezan a cantarlas y grabarlas. Las tonadas “No se que diablos me pasa”, “Cuando el corazón se quiere quedar”, “Guitarrero, cuyano y cantor”, “La tonada jamás morirá” y las cuecas “La del jamón” y “La del vino” son algunos ejemplos entre muchos temas más.
Ernesto Villavicencio - No se que diablo me pasa - tonada de E. Villavicencio/O.Valles
Pero Villavicencio también compone con otros autores y aparecen sus propias creaciones entre las que se destacan los valses “San Juan por mi sangre” –un himno para su terruño- y “Al gaucho de mi viejo” con letra de Raúl Rubilar; la milonga “Mi sonora compañera” y las tonadas “A veces quiero escribir”, “Mi amor en una tonada”, “Soy la tonada” (de las que también es autor de la letra); “Carta a un cuyano” con Carlos Palacios y “Sanjuanina dulce” con Raúl de la Torre.
En 1978, reciben el Premio Revelación en el Festival de Cosquín. Luego de frustrarse una gira por los Estados Unidos, en 1982 Barrera decide volver a San Juan. Según cuentan que al comunicarle a su amigo su decisión el “Negro” toma su guitarra y le canta “Cuando el corazón se quiere quedar”, tal ves uno de los mayores éxitos que compuso con Valles.
Villavicencio continúa en Buenos Aires y con el virtuoso guitarrista santafecino, Carlos Peralta, forman «Dos Guitarras Argentinas». Aparte de su actividad musical como dúo, eran requeridos para acompañar a grandes artistas, del tango y el folclore, como Edmundo Riveros, Roberto Goyeneche, Aníbal Troilo, entre muchos otros. También acompañaron a Mercedes Sosa, Ramona Galarza y Alfredo Abalos. Con algunos de ellos realizaron giras por el interior y el extranjero visitando países como Brasil, Paraguay, Uruguay, Colombia y EEUU.
Para el sello Almali, graban “Grelísimo”, una magnifica placa con dieciséis temas de música ciudadana con gran calidad de sonido e impecable ejecución. Aparte del dúo participó Hugo Rivas en acompañamiento. Posteriormente, en 1988 graban “Dos Guitarras Argentinas” – Carlos Peralta / Ernesto Villavicencio que se edita en formato de cassette con doce temas, con tangos, valses y milongas como repertorio.
Ernesto “Negro” Villavicencio muere en Buenos Aires el 17 de mayo de 1995, a los 54 años, a raíz de un paro cardiorrespiratorio.
Desde el año 2008, cada 30 de noviembre se conmemora el “Día de la Tonada Sanjuanina”, coincidiendo con su natalicio.
En el año 2009, el sello “La Cofra Records” trataba de conseguir registros de para hacer un CD con temas de Villavicencio. Acompañé a San Juan a Morci Requena, el dueño del sello, y nos juntamos con Ernesto (h), un personaje del canto cuyano y en la casa paterna estuvimos con Gloria, la esposa del “Negro”. Cuando conocieron la idea, ofrecieron muchos cassettes con algunos temas cantando solista, que necesitaban ser recuperados en un estudio discográfico.
Antes de volver a Mendoza fuimos a la casa de Ernesto (h) y, como suele suceder en Cuyo, apareció una guitarra y ya se alargó el regreso y, por suerte, se convirtió en algo más que interesante: nos relató una historia, importante por los personajes que involucraba, sobre un tema que aún estaba inédito y tenía muchos años de compuesto.
Grabamos rudimentariamente el tema y en Mendoza, el músico y guitarrista Polo Martí le hizo un arreglo. Luego vino Ernesto (h), lo cantó en el Estudio Zanessi y fue incluido en el disco de La Cofra Récords “Ernesto Villavicencio”, que contiene diecisiete temas de su autoría. Tal vez sea el único CD con Ernesto Villavicencio cantado sus temas.
La Historia
Tal como la contó Ernesto Villavicencio (h): un día Rodolfo Páez Oros llegó a un puesto de Jáchal, se le acercó un hombre y le dijo “Rodolfo, yo tengo esta letra que me regaló Eusebio Dojorti (nombre real de Buenaventura Luna) y si se queda conmigo se va a morir, pero si usted se la lleva y se la da a quien corresponda, va a tomar vida”.
Roberto Páez Oros, gran cantor de mi tierra, llevó la letra de Buenaventura Luna a mi padre, que compuso la milonga titulada “Yo».
No quise ser lo que pude
y no pude lo que quise;
fácil decir que no dice
el caudal de ansia en que anduve.
Sobre lo que quise o pude
prevaleció mi entereza
y aquí estoy algo en tristeza,
tal vez un poco en hosquedad
pero firme en la bondad
del hombre que al pensar reza.
Me creí un tiempo rosal,
ufanías de muchacho,
y aura me siento quebracho
en la sed del arenal…
pero floreciendo igual
primavera… primavera…
planta, flor, enredadera,
darse en perfume a la luz.
La cruz no sería cruz
si algún día floreciera.
Me queda el recio domar
de mi soledad bravía,
sin la dulce compañía
que me supo acompañar.
Siempre es vivir esperar
ansias que va madurando.
Y ansí viviendo y soñando
que no me interesan, sé,
las mujeres que encontré
sino la que ando buscando.
* ANIBAL CUADROS: Autor, compositor y músico. Solistas, conjuntos y coros interpretan y graban sus temas. Dirigió musicalmente Fiestas de Vendimia, centrales y departamentales. Es uno de los fundadores y director del archivo digital “La Melesca”, historias de Cuyo.