«PASAJE SAN MARTÍN»
por SUSANA FASCIOLO *
Si nos situamos en la Mendoza a partir del mil novecientos, encontraremos un sitio donde los destinos de la ciudad comenzaban a vislumbrarse. Por entonces se inauguraba el Ferrocarril Trasandino. La ciudad era baja y chata, predominaban las casas de una planta, muros de adobe, techos de chapa y paredes blanqueadas a la cal. Solo sobresalían de esta fisonomía varias iglesias, el teatro Municipal, la torre de la Plaza Cobos (hoy plaza San Martín) y alguno que otro edificio. En ese contexto se sancionaba la Constitución de la Provincia, la primera del interior del país.
Los tiempos estaban signados por una profunda crisis económica, secuela de la primera guerra mundial. El gobernador Francisco Álvarez debió recurrir a ollas populares en las plazas para palear la precaria situación de muchos habitantes. Popularmente se ganó el título de “Pancho Hambre”.
El sueño de Don Miguel Escorihuela Gascón, un español radicado en la ciudad de Mendoza, se convierte en una propuesta muy audaz para la época al impulsar la construcción de un edificio, totalmente atípico, que constaría de una galería con locales con salida a tres calles, oficinas y departamentos. Era una novedad como concepto comercial que ya se estilaba en Europa y que incluían costosas técnicas arquitectónicas como cúpulas, techos abovedados, sumado a terminaciones lujosas con vitrales franceses, ascensores y lo más distintivo en altura: tres pisos y una torre de siete niveles en la esquina. El proyectista Ing. Ludovig Froude, la dirección técnica del Ing. Edmundo Romero y la empresa constructora F. H. Schmidt, un conglomerado alemán radicado en el país que realizó importantes emprendimientos lo construyó, utilizando estructuras sismo resistente de hormigón armado. Fue la primera obra de estas características en la provincia y se inauguró el 11 de noviembre de 1926.
Desde su nacimiento el complejo esconde historias de tiempo pasado. Imaginemos este magnífico edificio en una ciudad de baja altura y donde los habitantes no superaban aún las secuelas del gran terremoto de 1861, que dejo las construcciones mendocinas diezmadas y la mitad de su población muerta. Escorihuela se encuentra con nulas posibilidades de poblar su obra por el temor a los derrumbes que generaba, y ante tan dramática situación opta por “regalar” los primeros meses de alquiler a quienes se animasen a habitar el complejo, aunque pocos intrépidos aceptan el desafío. Pero la naturaleza le otorga un desquite cuando en abril de 1927, Mendoza fue afectada por otro sacudón de gran magnitud, esta vez un terremoto con epicentro en Chile. Muchos edificios privados y oficinas públicas sufrieron importantes averías mientras que el Pasaje lo soportó sin el menor daño, ganándose así el certificado de aptitud.
Hoy, nuestro Pasaje San Martín se yergue desafiante en el centro de la ciudad y, en pocos años, cumplirá el centenario de su inauguración; habiendo soportado innumerables temblores de distintas intensidades. A partir de los años ’30, Mendoza comenzó a ganar altura en sus edificaciones pero el Pasaje fue, hasta 1954, el más elevado de la provincia hasta la inauguración, justo enfrente, de una torre de 34 metros: el Edificio Gómez.
La considerada obra de un “loco aragonés” venció con creces el reto, y más aún, se transformó en un hito histórico y motivo de orgullo para los mendocinos.
* SUSANA FASCIOLO Nació en Buenos Aires. Arquitecta egresada de la Universidad de Mendoza. Se ha dedicado al interiorismo y al diseño de amoblamiento. Ha publicado los libros "Juan Carlos Fasciolo - del científico al hombre" editado por la EDIUNC (2010) y "Cuentos no tan cuentos" (2015).